viernes, 11 de agosto de 2017

Anoche Fernely no llegó a su clase de hip hop (crónica de un caso de pederastia y asesinato en la Iglesia)

Por cesar o st.-//‘’Es muy trágico saber cómo perdió la vida. ¡Tan joven! Todavía no puedo creer que el padre –al que Fernely ayudaba tanto– lo matara. Y lo usara sexualmente durante tanto tiempo. No me lo puedo explicar’’, es el último enunciado que la voz le permite a Álison, el llanto se avecina
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Anoche Fernely Carrión no llegó a su clase de hip hop. No llegaron sus pies, ni sus manos, no se apareció su sonrisa, ni sus ojos de jardín mañanero.

Anoche, cuando el reloj caminó hacia las 7:00, Fernely debió empezar su práctica de baile. Música, movimiento, luz… Vida.
En una tierra menos cruel, un muchacho que empezaba a florecer, habría vivido más de 16 veranos y por nada del mundo se habría ausentado a su grupo de danza este miércoles 9 de agosto del 2017.
Pero no llego y su amigo Álison Sánchez se quedó esperándolo.
‘’Ay, yo pensé que era mentira’’, es la expresión que acompaña a dos lágrimas que hacen competencia para brotar, sorprendidas por la realidad.
Martillazos y puñaladas. El sacerdote de la Iglesia Católica dominicana, Elvin Taveras Durán confesó asesinar al adolescente Fernely, a quien violaba desde sus 10 años.
Las palabras de una amiga que no lograron sobrevivir a los sollozos, catapultan la pregunta: ¿Qué pasó?
‘’Era buen muchacho… No sé por qué lo mató’’, como si para quitar el primer derecho que tenía Fernely se necesitara una excusa.
Angie se abraza a la idea de que su amigo tenía muchos deseos de crecer, de aprender, de ser mejor… De vivir.
‘’El solo quería ser artista… siempre se involucraba en muchas actividades. Era muy sobresaliente. Muy sociable. Buen amigo, siempre me ayudaba mucho’’, comenta Alba con un río de tristeza en la mirada.
‘’Es muy trágico saber cómo perdió la vida. ¡Tan joven! Todavía no puedo creer que el padre –al que Fernely ayudaba tanto– lo matara. Y lo usara sexualmente durante tanto tiempo. No me lo puedo explicar’’, es el último enunciado que la voz le permite a Álison, el llanto se avecina.
La realidad los ha sacudido y aún no tienen cabeza fría para asimilar que su amigo Fernely está muerto. No volverán a hablar con él, no lo verán caminar por Villa Marina, ni bailar una vez más. Ni un chiste ni una broma.
El muchacho sano, alegre, carismático y con la sonrisa llena de vida que describe Álison, no estará para cuando empiece el otoño, ni para las fiestas de Navidad.
Cada lunes, cada miércoles y cada viernes, cuando el reloj arrastre la noche y la memoria cobije el alma, el hip hop traerá esa canción que apenas se empezó a escribir.
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